El Manchester City ha perdido dos partidos seguidos. Ante el Newcastle y ante el Wolverhampton. El primero le costó la eliminación en la Copa de la Liga -el menor de los títulos – y el segundo significó la primera derrota en la Premier, que sigue liderando en solitario. Nada grave para el equipo de Guardiola que, además, tiene un montón de bajas. Eso sí, lo significativo es que son dos encuentros que ha tenido que disputar sin Rodrigo, el mediocentro sancionado por coger del cuello a un rival. Lo paradigmático de las derrotas es que la primera se produjo sin Haaland y, la segunda, con el noruego en el campo. En el césped sí, pero no en el partido. No recuerdo, jamás, ver un jugador tocar tan pocas veces el esférico. Fue de récord. En 96 minutos, Haaland tocó 15 veces el balón.
A pesar de que el City arrasó con la posesión, el ‘killer’ no entró en juego. O el equipo no fue capaz de encontrarle. ¿Sus números? Un solo remate. 10 pases completados. Un regate con éxito. No le tuvieron que hacer ni una sola falta. Tampoco cometió ninguna. No robó ni un solo balón. Partido más plano, imposible. ¿Y qué? Un matador del área necesita bien poco para decantar la balanza. Muchas veces hemos visto partidos del City donde el locutor apenas nombra a Haaland y, a la que te descuidas, ya ha metido dos goles en un santiamén. Es la gracia de los mega-goleadores, que jamás les puedes dar por desaparecidos. No en vano, Haaland anotó 52 goles en su primer año en el City y ahora lleva 7 goles en 8 partidos. Pero, ¿se imaginan qué diríamos de Lewandowski si solo tocase 15 veces el balón en un partido?