Erling Haaland, en su primera temporada en el Manchester City, marcó 53 goles. Una colección de tantos que sirvió, a los de Guardiola, para levantar el ansiado trébol de Copa, Liga y Champions. A título individual, con esta impresionante cifra de tantos, el goleador noruego no solo se llevó la Bota de Oro, o el trofeo Gerd Müller al mejor goleador, sino que se quedó a las puertas del Balón de Oro.
Si Messi no hubiese ganado el Mundial con Argentina, Haaland también se habría coronado como nuevo rey del fútbol. En la gala de París, la organización de France Football tuvo el acierto de mostrar todos sus goles, y no solo un resumen de quita y pon como pasa en este tipo de actos donde acostumbra a haber mucho discurso y demasiado poco fútbol.
De esos 56 tantos de la pasada temporada (53 con el City y 3 más con Noruega), Haaland marcó 49 al primer toque. Tremendo. Son datos demoledores de un auténtico ‘killer’ del área. No solo aprovecha cualquier rechazo o balón suelto, sino que es el factor culminante de un juego de equipo bien trenzado. Por alto o raseando el balón, el equipo le busca y Haaland es la guinda del pastel.
Con la izquierda o con la cabeza (mide 1,94) es una máquina de enchufarlas. Lo demuestra, también, que 21 de sus goles con el City llegaron desde el área pequeña. Oportunismo total. Con su envergadura, su agilidad, y su movimiento constante, parece que su cuerpo tiene un imán con el balón. Viendo ese festival de goles, uno se da cuenta de que los 10 tantos que anotó de penalti los chutó de la misma forma: siempre raso, buscando la base del palo, cinco a cada lado. Ahí no llegan los porteros.