El Arsenal de Mikel Arteta cayó eliminado de la Carabao Cup en los octavos de final después de hacer uno de los peores partidos que se les recuerda. Los barrió el West Ham que, con todas las de la ley, se llevó un triunfo muy importante tras acumular cuatro partidos sin ganar (3-1).
Igual la diferencia estuvo en las alineaciones. Mientras que David Moyes no se guardó nada y salió con su mejor equipo disponible, Mikel Arteta dio oportunidad a descansar a sus estrellas y eso marcó al diferencia.
Estuvo bien plantado el West Ham los 90 minutos. Ni un despiste se permitió el equipo, que tuvo en Bowen a su jugador más inspirado. De un saque de esquina suyo llegó el autogol de Ben White (16′) que iniciaba la victoria. Un gol de cierta polémica, porque Ramsdale se quejó de un agarrón de Soucek que existió pero que no se señaló.
No perdió el Arsenal por el árbitro, ni mucho menos. Queda claro que jugar con o sin Odegaard es muy diferente ya que el centro del campo fue incapaz de conectar en posiciones favorables con sus atacantes. Eso se resumió en que casi no hubo ocasiones de peligro.
Muy diferente el West Ham, que con menos cantidad de llegadas sacó petróleo. Es más, pudo ganar al descanso si Ramsdale no llega a frustrar a un Bowen que se tomó la venganza en el 60′ al empalmar de primeras un despeje a la frontal del área de Kiwior (60′). Antes, eso sí, ya había hecho Kudus el trabajo al bajar con un poco de suerte un pase espectacular de Aguerd y poner el balón al fondo de la red (50′).
Trató Arteta de dar la vuelta a la tortilla, pero no era el día. Las entradas de Declan Rice, ovacionado por su ex afición, Martinelli y Saka no tuvieron el impacto deseado, aunque al menos, pasado el 80′, llegó su primer disparo entre palos y el gol de consolación, de Odegaard, en el 95′. El Arsenal se va a tener que enfocar en Premier League y Champions a partir de ahora.