Tras haber ganado la ACB por un contundente 3-0 al Madrid en junio, el nuevo Barça de Grimau ha perdido ya dos partidos antes los blancos. Uno con Tavares, el otro sin él pero dejando que Poirier, su sustituto, destrozase sin piedad a Vesely y Hernangómez. Quizá ya es norma que el Madrid gane la Supercopa y también es normal que un equipo compenetrado, jugando en casa, derrote al Barça de los cuatro fichajes y con un sistema nuevo, sin Mirotic. Pero hay algún síntoma preocupante en el proyecto: ¿Cuál es el concepto? Jasikevicius tenía una idea y carácter para hacerlo cumplir. Había un orden táctico que ahora apenas se atisba. ¿Están definidos los roles? Da la sensación que, empezando por los bases, se busca al tuntún la inspiración individual en cada momento. Jokubaitis, por ejemplo ¿ha perdido galones? ¿Por qué Willy es el líder con España y en el Barça parece un principiante que, en ataque, recibe tapones por doquier y atrás se come los ‘pick and roll’ con reiteración y endeblez? ¿En un partido que pierdes de 7 puntos, puedes fallar hasta 11 tiros libres? Falta motivación o concentración, pero está claro que no es una plantilla exigida. ¿Las caras ensimismadas de los suplentes en el banquillo son el espejo del alma del equipo? No es pasotismo, parece miedo a no saber a qué están jugando. ¿Por qué apenas se contó con Brizuela en la segunda parte si había remontado el partido él solo? Cuesta entender el criterio. ¿Por qué Nnaji juega tan poco? ¿Por qué a Grimau le cuesta tanto explicar las claves del partido en las entrevistas a pie de pista, en caliente? Y la última: ¿mejoraremos, verdad?